Por: Tamara Ramos Runova
La violencia contra las mujeres es muy antigua, pero sólo recientemente hemos aprendido a descubrirla y a llamarla por su nombre. Cada día más mujeres rompemos el silencio, denunciando la violencia y luchando por que los agresores sean castigados. Cada día tenemos mayor conciencia de que TENEMOS DERECHO y PODEMOS vivir sin violencia. En esta sección compartimos las experiencias y las herramientas de aquellas mujeres que han logrado grandes avances en su lucha contra la violencia de género.
Mi nombre es Angelina, vivo en una comunidad cerca de Estelí. Yo vivía con mi marido y mis hijos. Él me golpeaba y me daba mala vida, un día me fui a Costa Rica huyendo y a buscar trabajar para mantener mis hijos. Cuando regresé cuatro meses después, mi marido me tenía una demanda de divorcio unilateral y estaba peleando para conseguir la tutela de los chavalos y la casa. Me acusaba de haber abandonado el hogar.
Sentí mucho miedo y tristeza, me sentía desamparada. Me fui a la Comisaría de la Mujer para saber cómo protegerme, allí me recomendaron y me fui a Acción Ya, donde me dieron apoyo emocional, esto me fue muy útil para sentirme con más fuerza. Para no perder mi casa me fui a la Sección de la Mujer de la UNAG, hicimos una pelea legal y logré que no me quitaran a mis hijos ni mi casa.
Mi nombre es Luisa, tengo 30 años. Hace tiempo conocí a un hombre, nos enamoramos y nos casamos, al poco tiempo comenzaron los problemas y el matrimonio era insoportable porque él creía que yo lo engañaba y yo creía lo mismo de él. Al poco tiempo salí embarazada de él, pero él dijo que no iba a cuidar hijos ajenos y me pidió el divorcio.
Acepté darle el divorcio porque ya no lo aguantaba más, pero los problemas fueron después que mi hijo nació. En ese entonces yo no trabajaba y necesitaba para todas las cosas de mi niño, pero él se negó diciendo que no era hijo de él.
Le dije que él iba a pagar los alimentos, por las buenas o las malas y me respondió que por las malas y que yo no iba a conseguir nada de él. No dudé en ir a los juzgados, me costó mucho tiempo y disgustos pero gané el caso. Ahora mi ex esposo está pasando reales para su hijo, de mala gana, pero sí lo está haciendo.
Me llamo Andrea, tengo 25 años. Cuando tenía 16 me enamoré de un hombre y me junté con él sin pensar bien cómo era él, ahora sé que una debe mirar muy bien con quién está jalando y no irse de cabeza por una palabrita dulce.
Y me fue mal ¡pero qué mal! Él me celaba por cualquier cosa, no me dejaba salir ni estudiar. Como yo no quería salir embarazada y planificaba, él me presionaba para que le pariera un chavalo, pero yo no quise, esta vez fui inteligente, me puse firme.
Él se enfureció, me pegó y decidí dejarlo; la casa donde vivíamos me la prestó mi tía y él no era nada ahí, yo podía correrlo y lo corrí y recomencé mi vida.
Él dijo que eso no se quedaba así nomás y empezó a llegar a botarme la puerta a patadas. No me tocaba a mí ni con un dedo, pero botaba la puerta. Al comienzo en la Policía me dijeron que eso no era delito sino un asunto de pareja. Fui a hablar a la Casa de la Mujer y allá me aconsejaron que dijera que era daño a la propiedad. Eso hice y funcionó, la Policía por fin me hizo caso. Es porque no me achanté.
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